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10 de febrero de 2015

Nightcrawler (ídem, 2014), de Dan Gilroy

Do you know what fear stands for? False Evidence Appearing Real.
¿Alguna vez te has preguntado quién graba las imágenes de los accidentes de coche? ¿O de los desastres naturales? ¿O de un asesinato? La respuesta más sencilla es que dio la casualidad de que alguien estaba allí. Pero también hay profesionales que se acercan a la escena de la catástrofe para grabarla. Este contenido luego lo venden a la cadena que mejor pague, y de esta forma tú tienes toda la información del suceso mientras desayunas, a primera hora de la mañana. Para este trabajo no vale cualquiera. No te pueden afectar las muertes. Tienes que tener cara y burlar a la policía y a los familiares de las víctimas para hacerte con la mejor toma, aquella que tus competidores no puedan conseguir. Lou Bloom (Jake Gyllenhaal), es el candidato perfecto, aunque tendrá que descubirlo. La película de Gilroy nos enseña el lado oscuro de los medios de comunicación, y del ser humano. ¿Estás seguro que quieres verla? Puede que no vuelvas a ver las noticias de la misma forma a partir de ahora.

A pesar de todo lo que Nightcrawler nos deja para reflexionar, he de empezar este análisis mencionando a Jake Gyllenhaal y Dan Gilroy.  Al primero ya le conocemos sobradamente (Donnie Darko (2001), Zodiac (2007), Brokeback Mountain (2005), etc.). En Nightcrawler vuelve a cambiar el registro una vez más, adaptándose perfectamente al nuevo ambiente cual camaleón. Lou Bloom es despiadado, oscuro, calculador, cínico... Y así es como se muestra Gyllenhaal. La concentración que muestra cuando intenta captar el mejor plano, o cuando "negocia" el precio de su material, son buena prueba de ello. El otro es Dan Gilroy, estrenándose a lo grande como director. Un nombre que habrá que apuntar en la agenda para próximos trabajos.



La crítica más visible de la película es el dardo lanzado a los medios. Nos guste o no, las noticias de televisión son un negocio más, que depende de la audiencia para salir adelante. Los presentadores, realizadores, los de maquillaje... Todos tienen un sueldo que hay que pagar a final de mes. A grandes rasgos: si tus noticias no interesan a nadie, tendrás poca audiencia, lo que provocará que tengas menos (o peores) anunciantes, ganes menos dinero, y no tengas con qué mantenerte. Como siempre, hay límites. Una cosa es intentar ofrecer el material de mejor calidad para los espectadores, y otra buscar el dinero por encima de todo. Algo que no pasa en nuestro país, por supuesto. Aquí todos los telediarios dedican el mismo tiempo a hablar de todos los partidos políticos, y bajo ningún concepto intentan favorecer a unos y perjudicar a otros. Como tampoco muestran hipocresía alguna con actos como el de defender #JeSuisCharlie y criminalizar a El Jueves. Nunca. En Nightcrawler se centran en cómo ganan audiencia los medios a través de los sucesos de muertes. Un vídeo sobre un asesinato en una zona rica y residencial por ejemplo, vale más que en una zona de extrarradio. Ser los primeros en mostrarlo es la forma de que al día siguiente vuelvan a sintonizar tu canal para ver si han atrapado al asesino. La escena en la que Nina (Rene Russo) guía a los presentadores para que subrayen que el asesino anda suelto, es muy reveladora.

Nina personifica el hasta donde se puede llegar para conseguir más audiencia. No sólo ofrece a Bloom más dinero, un contrato de exclusividad, o publicidad para su empresa. Acepta ser su juguete, su pareja por así decirlo, a pesar de que no le gusta. Un chantaje muy cruel, que ella acepta para poder seguir ganando audiencia, y mantener su trabajo. Porque al final, lo que importa es que el producto sea bueno, sin importar el qué se muestra. Hay un plano, del que no pondré imagenes porque es mejor que lo veáis durante la película, en el que Nina y Bloom se regodean, mientras de fondo, entre ellos dos, está en pausa un vídeo donde aparece el cuerpo de un compañero de Bloom, Rick (Riz Ahmed), mirándolos a punto de morir.



Lou Bloom somos nosotros, insensibilizados ante las muertes de las noticias. Nos aislamos de ellas porque estamos tan acostumbrados a verlas diariamente, que ya no tienen efecto sobre nosotros, a menos que se trate de alguien cercano. Lou se muestra frío en esas escenas, atento al plano, no al sufrimiento. Si hay que mover un par de cuerpos para que el plano sea mejor, se mueven. Nosotros mismos, nos sorprenderemos al terminar la película de que estábamos más atentos a lo que hacía Lou que a las muertes que grababa de forma tan explícita.

Por supuesto, la película no muestra la realidad diaria. Critica ideas, llevadas al extremo, para que a nosotros nos sea más fácil identificarlas. Lo que importa aquí es la consecuencia del trabajo de Lou, no el cómo consigue llegar el primero a los sucesos. Hay momentos que te recuerdan esto, como cuando entra en una casa antes de que llegue la policía y pone sus manos en las paredes, dejando las huellas. O la persecución de coches, en la que los de policía chocan y vuelan mientras se despreocupan de que haya alguien grabando justo detrás de ellos, siguiéndoles a toda velocidad. Sin embargo, el apartado técnico es de 10, con una fotografía muy cuidada y personal. Al acabar, te deja la misma buena sensación que Drive (2011). Aunque desde luego, esperemos que el próximo trabajo de Dan Gilroy sea todo lo contrario a Only God Forgives (2013).

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